Radiografía de un crimen cruel

El salvaje asesinato a puñaladas de Cristina Cabo Buján a manos de un hombre al que había conocido la misma noche conmocionó Lugo ► El homicida pasó su primera noche en Bonxe con un preso de confianza para evitar un posible suicidio. Su llegada creó rechazo entre los internos
El asesino de Cristina Cabo, a su llegada a los juzgados de Lugo. SEBAS SENANDE / EL PROGRESO
photo_camera El asesino de Cristina Cabo, a su llegada a los juzgados de Lugo. SEBAS SENANDE / EL PROGRESO

Hace una semana, Cristina Cabo Buján salió de su casa como un sábado más para disfrutar de su tiempo libre con sus amigos. Nadie imaginaba que iba a ser el último. Nadie podía pensar que esa noche, una madrugada cualquiera, se iba a cruzar en su camino con un salvaje que le arrebataría la vida. La confesión del homicida, José Valencia Silva, permitió cerrar la investigación, pero no sirvió para explicar la barbarie ni logró aplacar el duelo que dejó la muerte de Cristina, de 42 años. No hay justificación, no hay consuelo y no hay empatía posible con el autor del crimen, solo hay datos objetivos que revelan lo dura que resulta a veces la realidad.

  1. Hallazgo del cadáver
  2. Primeras pesquisas
  3. Las claves
  4. El desenlace
  5. Las reacciones
  6. Agradecimientos de la familia

Hallazgo del cadáver

▶ Más de 40 heridas y puñaladas | Aunque vivía sola, Cristina Cabo tenía muy buena relación con su familia, con la que mantenía contacto de forma habitual. El domingo, día 27, una de sus hermanas intentó ponerse en contacto con ella durante todo el día, pero la mujer no respondía a sus llamadas, por lo que a última hora de la tarde decidió ir a buscarla a su domicilio, en la Rúa Quiroga. Nada más abrir la puerta, la hermana de Cristina se topó con un escenario dantesco y sus peores presagios se cumplieron al acceder al dormitorio, donde localizó el cuerpo sin vida de su hermana con evidentes signos de violencia.

Según explicaron fuentes próximas al caso, la vivienda estaba llena de manchas de sangre y el cadáver presentaba multitud de lesiones. De hecho, tal y como reveló posteriormente la autopsia, el cuerpo de Cristina presentaba más de 40 marcas —entre heridas y puñaladas— y tenía varios huesos rotos. Las lesiones por arma blanca le alcanzaron varios órganos y la profundidad de alguna de las puñaladas revelaba las certezas: había sido asesinada.

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Primeras pesquisas

▶ Un cuchillo y muchas incógnitas | Tras comprobar que se trataba de una muerte violenta, los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) y de las brigadas Científica y Judicial iniciaron una investigación a contrarreloj para identificar cuanto antes al autor del crimen. Los investigadores trabajaron 24 horas, de forma ininterrumpida, y contaron incluso con la colaboración de varios funcionarios de la Jefatura Superior de Galicia, especialistas en la aplicación de reactivos específicos.

Los agentes registraron minuciosamente la vivienda de la víctima y rastrearon su teléfono móvil. Además, revisaron todas las papeleras y los contenedores próximos al escenario del crimen y visionaron las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas en varios puntos de la capital. Cualquier pista era importante para atar cabos y descubrir la identidad del autor, que huyó del lugar dejando el arma homicida en el escenario del crimen, justo al lado de la fallecida. En las primeras horas tras el hallazgo del cuerpo, los agentes interrogaron también a más de una veintena de personas, entre allegados y vecinos de la mujer, que no eran capaces de señalar a un potencial sospechoso.

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Las claves

▶ Un ordenador y la ropa ensangrentada | Con todas las hipótesis abiertas, el martes por la mañana, la Policía Nacional recibió una comunicación que fue la clave para esclarecer el caso. Una mujer contó a los agentes que su hermano —que vivía con ella y con su familia en un piso de Miguel de Cervantes— había llegado al domicilio con la ropa ensangrentada. Además, el joven tenía un su poder un ordenador que no era de su propiedad, por lo que la hermana decidió encenderlo y pudo ver que contenía varias fotografías de la víctima, cuya imagen ya había salido en los medios de comunicación.

Atónita y asustada, la mujer decidió delatar a su hermano ante las fuerzas y cuerpos de seguridad, que organizaron un dispositivo especial y detuvieron al sospechoso en su domicilio. El joven, que opuso una gran resistencia durante el arresto, fue trasladado a los calabozos de la Rúa Chantada, donde quedó incomunicado. Los investigadores registraron esa misma tarde su vivienda y localizaron varias pertenencias de la víctima, entre ellas su ordenador y su bicicleta. Ya lo tenían.

El desenlace

▶ El detenido confiesa y causa indignación | Las dudas sobre la autoría del crimen se resolvieron así tras el arresto de José Valencia Silva, de 32 años y natural de Colombia. El hombre, que tiene dos hijos en su país, llevaba tan solo dos meses residiendo en Lugo. Según explicaron sus allegados, el homicida entró en España como turista y — como cualquier colombiano— no necesitaba visado para permanecer en el país por un plazo 90 días, pero el joven ya había iniciado las gestiones para regularizar su situación y poder quedarse. La Policía comprobó que el detenido no tenía antecedentes penales en su país, aunque tampoco era un perfecto desconocido para los agentes lucenses, que ya lo habían identificado en una ocasión por hurtar un bolso y amenazar a su dueña.

Tras más de treinta horas en el calabozo y con la ciudad entera preguntándose el por qué de la muerte de Cristina, el joven decide declarar y confiesa el crimen. El hombre contó que se habían conocido esa noche y que habían discutido en la vivienda de la mujer porque ella no le quiso entregar un dinero que supuestamente le habría prometido. Según su testimonio, la víctima cogió un cuchillo y lo echó de su casa, pero él se lo arrebató y la atacó. "Se me fue de las manos", dijo. El jueves por la mañana, el autor confeso del crimen pasó a disposición judicial y se limitó a ratificar la misma versión, que indignó a los allegados de Cristina Cabo.

Las reacciones

▶ Rabia en la sociedad y rechazo en Bonxe | Tras ratificarse en el juzgado, el homicida fue trasladado a la vivienda de la víctima para la reconstrucción del crimen, donde mostró por primera vez un mínimo de pesar y pidió que lo sacaran del domicilio. "No puedo seguir más aquí", dijo. Al salir, un grupo de unas cincuenta personas lo increparon a gritos y un hombre intentó agredirlo, pero fue reducido rápidamente por los policías.

Esa misma tarde, la jueza de Instrucción 1 decretó su ingreso en prisión comunicada y sin fianza como autor de un delito de homicidio, "sin perjuicio de lo que depare la instrucción", ya que podría acabar siendo acusado de asesinato. José Valencia fue trasladado a la cárcel de Bonxe, donde pasó su primera noche en el módulo de ingreso con un preso de confianza, ya que se activó el protocolo habitual para evitar un posible suicidio. Según confirmaron algunas fuentes, la llegada del homicida al penal creó rechazo entre los demás reclusos, por lo que se barajará la posibilidad de cambiarlo de prisión para evitar incidentes.

Agradecimientos de la familia

La familia de Cristina Cabo emitió este viernes una nota para dar las gracias por las muestras de cariño de "toda la sociedad lucense " y por la concentración en memoria de la mujer, al mismo tiempo que confirmaron que fue despedida ya en la más "estricta intimidad". También agradecen a la Udev de la Policía su "magnífica labor".

RESPETO A SU MEMORIA. La familia pide a los medios de comunicación que, "aún entendiendo que deben desempeñar su trabajo", respeten la memoria de Cristina, "contrasten debidamente las informaciones y se abstengan de publicar comentarios que puedan de algún modo estigmatizar a la víctima".