NO REPARA en gastos en San Froilán y lo que nunca se pierde es su visita a las casetas del pulpo. Esther Eiros es la pregonera de las fiestas de este año. Para esta periodista, conductora del programa Gente Viajera, de Onda Cero, la fórmula del éxito de las fiestas lucenses se centra, sobre todo, en una variada programación adaptada para todas las edades.
¿Cuánto estaría dispuesta a pagar por una ración de pulpo en las casetas de San Froilán?
De 12 a 14 euros.
¿Cuál es la fórmula mágica para que esta fiesta se distinga de otras muchas que hay por ahí?
Es una fórmula compuesta de varios ingredientes como son: la excelente y variada programación donde están presentes la cultura y la diversión para todos los perfiles y edades y también porque el patrón, san Froilán, nace en Lugo y muere en León.
¿Hay algo que nunca se pierda en cada edición de las fiestas?
Por supuesto la visita a las casetas del pulpo.
¿Se atrevería a decir cuál es su nivel de gasto anual en las fiestas de San Froilán en Lugo?
Entre 250 y 300 euros.
¿Churros o castañas?
Castañas.
¿Qué San Froilán prefiere: el de las multitudes del Domingo das Mozas o el más tranquilo de los días de semana?
El de los días más tranquilos o, tal vez, ambos dependiendo de la edad y del talante.
¿Cuál es el cachivache que todos los años compra en los mercadillos del San Froilán?
Un bonito pañuelo para el cuello. Eso me lo compro siempre.
¿Echa de menos a los senegaleses que vendían en la calle?
[No sabe, no contesta].
¿Se liga mucho en el San Froilán?
Siempre se liga, ¡aunque sea un resfriado por la noche!
Si tuviese que resumir las fiestas en una palabra, ¿cuál se le ocurriría?
Pues escogería, básicamente, una: entretenimiento. Para mí, esa palabra resume a la perfección lo que son las fiestas de San Froilán en Lugo.
¿Cuál es ese secreto inconfesable relacionado con las fiestas que nunca le contó a nadie?
Un secreto es un secreto y no se puede contar. Así que no puedo decir nada más.
¿Cuántas veces en su vida vestiría el traje tradicional?
Tantas como tenga oportunidad. No tengo ningún problema para ponérmelo siempre y cuando haga falta.
De tener que escoger una prenda, ¿cuál elegiría y por qué?
El dengue o pañuelo que se ponía mi abuela cruzado en el pecho donde guardaba algo para comer mientras acompañaba a sus vacas a pastar. Eso es lo primero que se me viene a la cabeza pero también podría ser, por ejemplo, algún adorno que sirviese de complemento al vestuario y después de ponerme el resto de las piezas que, históricamente, se fueron añadiendo hasta configurar el traje actual.
