Crónica negra en femenino

Al menos ocho mujeres fallecieron en la provincia de Lugo en los últimos diez años a manos de sus parejas, pero también hubo parricidios, fratricidios, ajustes de cuentas y violencia vicaria
El asesino de Tatiana Vázquez, Ibrahima Ndiaye, a su llegada al juicio en la Audiencia. AEP
photo_camera El asesino de Tatiana Vázquez, Ibrahima Ndiaye, a su llegada al juicio en la Audiencia. AEP

La crónica negra de la provincia de Lugo escribió este lunes un nuevo capítulo con la muerte violenta de Cristina Cabo, asesinada en su domicilio de la capital. El crimen de la Rúa Quiroga conmocionó a una sociedad que ha visto morir de forma violenta al menos a 16 personas en la última década, la mayoría mujeres.

Antes del asesinato de Cristina Cabo, la ciudad lloró la muerte de Clara María Expósito, acuchillada en su domicilio de As Gándaras. Su pareja, Francisco Javier Belda Fernández, confesó el crimen y fue condenado a 23 años de cárcel. La defensa recurrió el fallo y el recurso está pendiente de resolución. Tan solo un mes antes, un octogenario de A Pastoriza, Hortensio Ónega Murado, mató de un golpe en la cabeza a su esposa –Manuela Iglesias Fernández– y posteriormente se suicidó arrojándose desde una ventana de su domicilio.

Con anterioridad a estos sucesos, en 2019, tres crímenes familiares –ajenos a la problemática de la violencia de género– dejaron a los lucenses con el corazón en un puño. En el mes de mayo, Ana Sandamil acabó con la vida de su hija de tan solo siete años, Desirée Leal. El jurado popular la declaró culpable y la Audiencia de Lugo le impuso la pena de prisión permanente revisable. Sin embargo, la defensa recurrió la condena y el TSXG ordenó repetir el juicio por falta de motivación sobre la imputabilidad de la acusada.

A punto de acabar el año, en noviembre, José Luis Alonso Díaz estranguló a su hermano en Rábade. Le reconocieron las atenuantes de confesión y arrebato y fue condenado a diez años de prisión. Ese mismo mes, un joven de 17 años acuchilló en Foz a su madre, Minaene Franco, de 36. El chico, que no padecía ninguna patología mental, escondió el cadáver en una maleta. Ese año también perdió la vida la vilalbesa Mari Carmen Vázquez Cereijo, de 47 años, a manos de su marido, Manuel Vázquez, del que estaba en trámites de separación.

La provincia de Lugo registró otro crimen familiar en marzo de 2018, cuando Pedro López Louzao acabó con la vida de su padre en la localidad de Esporiz, en Monterroso. El acusado negó los hechos en el juicio, pero el fiscal consideró que había pruebas suficientes para condenarlo, por lo que solicitó 17 años de prisión. Finalmente, el jurado popular lo consideró culpable por unanimidad.

Dos años antes, en febrero de 2016, José Manuel Carballo Neira, conocido como O Chamaco, asesinó en Becerreá a su mujer, Ana Gómez, disparándole por la espalda su escopeta de caza. El hombre no tuvo reparo en cometer el crimen en presencia de los dos hijos de la víctima, que tuvieron que ver el triste final de su madre. O Chamaco fue condenado a 25 años de prisión.

Otro de los casos que causó gran conmoción en Lugo fue el asesinato de Tatiana Vázquez. La joven falleció a manos de su compañero sentimental, Ibrahima Ndiaye, un asesino cruel y sanguinario. De hecho, tal y como quedó recogido en la sentencia, el hombre le asestó a la víctima 54 puñaladas, "la mayor parte de escasa entidad, para aumentar así el dolor de la joven". A pesar de que el autor del crimen lo negó, fue condenado a 27 años de prisión. En abril de 2014, Manuel Gago Rodríguez, de 68 años, asesinó a su esposa, María Elena Rodríguez Quiroga, y posteriormente se suicidó.

También fue especialmente violento el crimen de Camiño Real, cometido en marzo de 2013, cuando Gheorge Cornea mató a su esposa, Elena Dumitru, al propinarle tres hachazos en la cabeza. El hombre huyó tras la agresión, pero poco después se entregó y posteriormente aceptó una pena de casi catorce años de cárcel.

Tan solo un mes antes, en febrero, José Ángel Cuadrado Fernández mató a su mujer y a su suegra en San Cibrao. Las víctimas, María José Suárez y Adela López, de 44 y 72 años, fallecieron a consecuencia de los golpes que es propinó con un tablón de madera. El hombre aceptó 34 años de prisión.

Y hace ya una década, Brais Lozano y Juan José Calaza, conocido como El Pibe, acabaron con la vida de dos hombres en su vivienda de Burgás. Los fallecidos, Eulogio Hermida y su padre, Víctor Hermida, murieron de forma extremadamente violenta. El Pibe falleció de un infarto sin llegar a ser juzgado, mientras que su compinche fue condenado a 56 años.

Escenario del crimen de Burgás. AEP
Escenario del crimen de Burgás. AEP

Detrás de cada uno de estos crímenes quedaron preguntas sin respuesta, las mismas que rodean la muerte de Cristina Cabo.