Rebajan de 32 a 12 años de cárcel la pena a un agresor sexual en serie por su "déficit intelectual"

Psiquiatras y forenses concluuyeron que el acusado comprende el alcance de sus actos, pero sufre un trastorno de "control de impulsos" ►El violador llegó a confesar a su médico que no podía evitar perseguir a mujeres y una víctima no lo denunció porque "se veía que estaba mal"

Llegó a las diez de la mañana a la Audiencia Provincial de Lugo para enfrentarse a 32 años de cárcel y abandonó la sede judicial apenas una hora más tarde con una condena de 12 años de prisión a sus espaldas. Pablo G.A., el agresor sexual en serie que mantuvo en vilo a la sociedad lucense durante dos años, reconoció los hechos ante el tribunal y aceptó su condena.

Esta notable rebaja-veinte años menos de prisión de lo que solicitaban las acusaciones en un principio- no se apoyó únicamente en la confesión de los hechos por parte del acusado, sino en los informes elaborados por los psiquiatras y forenses que lo trataron. Todos ellos ratificaron en la vista que el agresor padece un "rendimiento intelectual deficitario, que reduce levemente su capacidad intelectual y su control de impulsos".

Según el relato de los peritos, Pablo G.A. -de 34 años de edad y natural de Portomarín- presenta una "inteligencia límite, o incluso un retraso leve", una circunstancia que afecta a su impulsividad, aunque no hasta el punto de ser considerado inimputable, ya que "comprende plenamente la ilicitud de sus actos".

Sabía que lo que hacía estaba mal, pero no lo podía evitar. Esa es a grandes rasgos la conclusión que se desprende de los informes médicos, pero también de la trayectoria del acusado. De hecho, antes de ser identificado como presunto autor de varias agresiones sexuales, Pablo G.A. le llegó a confesar a su médico de cabecera que perseguía a mujeres.

TRATAMIENTOS. El primer contacto del acusado con las unidades de psiquiatría de la sanidad pública que figura en los expedientes es de 2012, cuando ya se recogen referencias a esos impulsos de carácter sexual, a sus comportamientos compulsivos y a sus estados de ansiedad. Pero es meses más tarde, en concreto el 8 de julio de 2013, cuando verbaliza de manera más contundente el riesgo que suponía para las mujeres.

En ese momento, Pablo G.A. ya había agredido al menos a una mujer. Sucedió un mes antes, durante la celebración de las fiestas del Arde Lucus, cuando el hombre, vestido de romano, abordó a una chica en un portal y comenzó a tocarle los pechos. La víctima logró zafarse y se marchó corriendo del lugar.

ROBERTO BREZMES. Fiscal jefe de Lugo

"El acuerdo entre las partes quiere evitar la victimización secundaria; que las víctimas tengan que revivir tengan que revivir lo que pasaron"

"La violación consumada merece el mayorde los reproches y la condena para ese delito no puede bajar de seis años"

Poco después de aquel suceso, sobre las cuatro de la madrugada del 13 de julio, el acusado abordó a otra mujer en un ascensor, le tocó los pechos y comenzó a masturbarse delante de ella. La joven comenzó a golpearle con las llaves e intentó morderle, logrando así que se marchara.

Tras este episodio, el acusado acudió a su médico de cabecera, quien apuntó en el expediente que el paciente presentaba "ideación obsesiva de violación por su parte hacia personas de otro sexo, que nunca llegó a consumar pero sí a perseguir, y que logra evitar pensando en otra cosa e inhibiéndose en ese momento. Tiene miedo de que un día no pueda contenerse". El médico ya parecía consciente de la gravedad de la situación y añadió a su tratamiento un inhibidor de la libido, además de derivarlo como paciente preferente a Psiquiatría.

Su siguiente aparición en una consulta de Psiquiatría fue el 30 de agosto de ese mismo año, cuando le prescriben otro tratamiento. Y cuatro meses más tarde, en diciembre de 2013, su médico de cabecera comprueba que el acusado "no está retirando de la farmacia la medicación que le habían pautado en Psiquiatría y que había abandonado las citas de revisión".

El problema se acrecentó y el 10 de enero de 2015, Pablo G.A. abordó a otra mujer que se subía a su turismo, la sacó del coche por los pelos y le dirigió la cabeza hacia su pene, al mismo tiempo que le tocaba los pechos. Una vez más, la víctima logró zafarse. Meses después, el 1 de noviembre de 2015, se abalanzó sobre otra joven en la calle Ciudad de Viveiro y, con los pantalones bajados le pidió favores sexuales, al mismo tiempo que le decía: "Lo necesito, lo necesito". Acto seguido, comenzó a frotar sus genitales contra la chica, llegando a eyacular sobre su chaqueta.

Finalmente, el 3 de noviembre, Pablo G.A. se ofreció a llevar a casa en coche a una mujer a la que conoció en un bar del barrio de A Piringalla. Cuando llegaron a la vivienda de la mujer, el agresor -aprovechando que la víctima se encontraba bajo los efectos del alcohol- la tiró al suelo, le bajó la ropa "con violencia" y consumó la violación. Según quedó recogido en el escrito del fiscal, el hombre mantuvo en todo momento a la víctima boca abajo, a pesar de que la mujer no dejaba de gritar para suplicarle que la soltara y para pedir auxilio.

El acusado fue detenido dos días más tarde e ingresó en prisión provisional, donde continúa desde entonces.

ANTONIO VÁZQUEZ. Abogado de la defensa

"El acusado llevaba desde 2013 pidiendo que lo curaran y un médico llegó a decirle que la solución era irse de putas"

"Este es un caso muy complicado, con muchas connotaciones médicas que tienen tracendencia penal"

CONCLUSIONES. Según recalcó su letrado, Antonio Vázquez Potomeñe, "este es un caso que tiene mucha connotación médica con trascendencia penal.

Es una persona que llevaba desde 2013 pidiendo a gritos que se le curaran sus dolencias. Consta en la historia clínica que la medicación no solo no le arreglaba el problema, sino que le sentaba muy mal, y uno de los médicos llegó a decirle que el remedio que tenía era que se fuera a putas".

El letrado defensor explicó que Pablo G.A. "padece un trastorno sexual, no una simple inclinación. De hecho, una de las víctimas no llegó a formular ningún tipo de acusación porque dijo que no era el tipo de violador que encuentras por ahí, que ya se veía que estaba mal, como ido", apuntó la mujer en su declaración.

Por su parte, el fiscal jefe de Lugo, Roberto Brezmes, modificó su escrito de acusación "dentro de los estrictos términos legales", explicó. "El ministerio fiscal", dijo, "representa a la sociedad y a las víctimas, y en este caso se ha pretendido evitar lo que se denomina victimización secundaria. Es decir, que las víctimas tengan que revivir en el juicio los terribles hechos por los que pasaron, lo que podría perjudicar su recuperación psicológica".

Pablo G.A. se confesó culpable de una violación consumada, otra en grado de tentativa y tres agresiones sexuales

El fiscal jefe reconoció que, tal y como quedó patente en los informes periciales, el acusado "padece un déficit intelectual" que afecta a su comportamiento. Además le aplicó la atenuante de reparación del daño, ya que todas las víctimas fueron indemnizadas.

A pesar de que el agresor padece un déficit intelectual, Roberto Brezmes recalcó que los hechos quedaron "suficientemente acreditados" y pidió la condena de Pablo G.A. como autor de tres delitos de agresión sexual, un delito de violación en grado de tentativa, y otro delito de violación.

"En el caso de la violación consumada", matizó, "la conducta merece el mayor de los reproches penales, por lo que la condena no puede bajar de los seis años de prisión". El acusado se limitó a reconocer los hechos ante el tribunal y no quiso ejercer su derecho a la última palabra.

Le reconocieron otra atenuante porque ya indeminizó a las cinco víctimas

Además de la atenuante analógica por su déficit intelectual, otro de los factores que contribuyó a que el acusado lograra una reducción de condena fue la atenuante de reparación del daño.

Pablo G.A. indemnizó a las cinco víctimas antes de la vista oral a pesar de que, según explicó su abogado, es insolvente. El letrado, Antonio Vázquez Portomeñe, no quiso aclarar si fueron los familiares del hombre quienes reunieron dinero para hacer frente a la responsabilidad civil. "Eso no importa; lo importante es que ya se reparó el daño", dijo. El abogado tampoco reveló las cantidades exactas que abonó el acusado por las lesiones y los daños morales que sufrieron las víctimas. "Se llegó a un acuerdo con los letrados de las denunciantes para abonarles lo que ellas estimaron oportuno", zanjó.

Con estas atenuantes, tanto el ministerio fiscal como las acusaciones particulares rebajaron las peticiones de condena. Inicialmente, el acusado afrontaba cinco años de cárcel por cada uno de los tres delitos de agresión sexual, otros cinco años y once meses por un delito de violación en grado de tentativa, y doce años más de prisión por una violación consumada.

Además de cumplir la pena de prisión que le impusieron, el acusado también tendrá que cumplir el alejamiento de las denunciantes y además abonarle al Servizo Galego de Saúde los gastos que le reclama por la asistencia médica prestada a las víctimas tras los ataques.

La Guardia Civil lo investigó por acosar a peregrinas

Tras su tentación, en noviembre de 2015, la Guardia Civil de Lugo abrió una investigación al sospechar que Pablo G.M. podría estar detrás de varios casas de acoso a peregrinas. Diferentes mujeres denunciaron entonces que un hombre las había acosado cuando caminaban por la ruta jacobea. El hombre llegó a realizarles tocamientos en partes íntimas e incluso les mostró sus genitales, pero en ninguno de esos casos se había consumado la violación.

El modus operandi y la descripción física de acosador que aportaron las peregrinas coincidían con las del violador detenido en Lugo, Además, el hombre echaba una mano en un negocio familiar ubicado en las inmediaciones del Camino Francés. Si embargo, las pruebas no resultaron concluyentes y finalmente no le imputaron a Pablo G.M. estos casos.