Aquilino Iglesia: la calle donde basura, ratas y palomas hacen imposible jugar

Los vecinos, desquiciados, dicen que ni los niños pueden usar los parques infantiles
Palomas concentradas en un edificio de la calle. EP
photo_camera Palomas concentradas en un edificio de la calle. EP

"Yo a los nietos no los dejo jugar aquí, tengo que llevarlos a Fonte dos Ranchos o a cualquier otro parte de la ciudad", dice una vecina de la calle Aquilino Iglesia Alvariño para hablar de los problemas de suciedad y falta de cuidado que sufren las áreas de juego y las zonas verdes que hay en la zona.

El problema no es nuevo, pero como lo que no mejora suele acabar empeorando en Aquilino Iglesia dicen que viven ya con "la basura al cuello".

Si las palomas llevan años siendo un problema grave para los vecinos, ahora la situación acaba de complicarse por la presencia de ratas, dicen en la calle.

"Corren las ratas entre arbusto y arbusto que mete miedo", dice la vecina más crítica con la situación. Para los roedores, sostiene, todo es demasiado fácil en esa calle. Hay basura por todas partes y comida no falta, ya que los roedores acaban beneficiándose de las cantidades ingentes de pienso que una vecina lanza desde hace años para alimentar a las palomas.

El problema con esas aves viene de lejos y hace años que algunos vecinos casi ni se atreven a abrir las ventanas. Las heces que dejan las palomas generan suciedad y angustia y la vista de los propios animales invita a sentirse dentro de la película de pesadilla de Alfred Hitchcock.

La comida para los pájaros se lanza desde un sexto piso acaba cayendo por todas partes, lo que hace que no quede un espacio libre de palomas. Y ahora también las ratas campan a sus anchas, dicen los vecinos. El problema no lo arregla ni siquiera el hecho de que las circunstancias han propiciado que comiencen también a proliferar colonias de ratas, dicen.

En la calle dicen que están hartos de llamar al Ayuntamiento y hasta de pedir la intervención de Sanidad. Pero nada cambia y hay un parque que no se limpia "desde hace años", de manera que "es todo una pura porquería", se lamentan. Solo queda vivir con las ventanas cerradas y evitando la calle. Si un niño quiere jugar, debe ir a otro barrio, censuran.

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